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Mostrando entradas de 2012

Canción el año – Little Black Submarines, de The Black Keys

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Lo mejor de ganar o perder una batalla en la vida, es que inmediatamente comienza la siguiente pelea. A veces se nos olvida que la felicidad es prestada. Y cuando más nos aferramos a ella, más fácil se nos escapa de entre las manos. La canción Little Black Submarines , de The Black Keys, es un himno a esos momentos de confusión e incredulidad, cuando creemos que ya nos jodimos y que todo se va a la mierda. Para mí, los pequeños submarinos negros de los que canta Dan Auerbach, son esas púas con las que nosotros mismos nos chingamos. Somos los últimos en perdonarnos, es lo natural. “ Voices calling me, they get lost and out of time ”, dice la rola, diciéndonos que en ocasiones carecemos de visión para darnos cuenta de que el tiempo pasa y todo va quedando atrás como fotografías polaroid. Todo pasa y todo cambia. Quien se amarra, se ahorca. Larga vida a The Black Keys. El rock & roll nunca morirá. Nos vemos en 2013. Aquí el video de Little Black Submarines...

El café con piernas de Eddy Roma

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Quienes conocemos a Eddy Roma, sabemos que él no tiene nada que envidiarle a Wikipedia. Ese vasto y peculiar conocimiento de detalles tan importantes como irrelevantes, lo utiliza de una manera valiosa y modesta en su libro de cuentos Café con piernas . Son 12 historias que te llevan de la mano por el universo geek, las emociones de la infancia y lo absurdo de la realidad. A veces recuerda a Pixar, en otras a Woody Allen y también a las mejores conversaciones Tarantinezcas que uno puede imaginar. En el mundo de Eddy, los peleadores de lucha libre se desmadran contra sus contrincantes, no existen las coreografías. También existe un dormitorio en un hotelucho de México en el que no existe un switch para apagar el foco de luz. Y en Los Ángeles, California, vive un extranjero a quien muchos lo confunden con un tal Benigno, y por eso se gana besos de chinitas y golpizas de policías. El autor también recuerda cuando éramos niños no teníamos nada más qué hacer por las...

1001 discos que hay que escuchar antes de morir… o cómo no estresarse en el intento de leer este libro

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Mi amigo Allan me presta el libro 1001 discos que hay que escuchar antes de morir . Promete lo mejor, desde la portada con el mismísimo Sid Vicious apuntándome a la sien con su guitarra. Comienzo a leerlo, contento, emotivo, y me encuentro con reseñas de Fleetwood Mac, Elton John, Rod Stewart, David Bowie, Van Morrison, Prince, Morrisey… todos grandes artistas que ni siquiera un greatest hits entero he escuchado. Me muero de la vergüenza. Vaya melómano tan mediocre que terminé siendo. Comienzo a bajar su música. Uno, dos, cinco, diez discos… ¿A qué hora escucharé tanta música? Me estreso. Tiro el libro a la chingada y trato de ignorarlo. Días después, ya con un mejor ánimo, lo abro y me encuentro con reseñas acerca de Neil Young, The Beatles, The Rolling Stones, Led Zeppelín y Bod Dylan. Suspiro… esos ya son viejos conocidos. De ahí me aburro y comienzo a buscar solamente a mis artistas o discos favoritos. Encuentro algunos, faltan muchos. Ni modo, es el peligro de de...

Cuentos de Bogotá 4 – Ni un kilo lo dejan pasar a uno

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En la puerta 6 del Aeropuerto Internacional El Dorado, en Bogotá, trataba de eliminar el tiempo antes de abordar mi vuelo de regreso a Guatemala. Leía las últimas páginas de la biografía de Slash con el telenoticiero de farándula local como sonido de fondo. Me desconcentraba un poco una chica que hablaba, perdón, gritaba por su celular. Usaba muchas palabras en solitario, o sea, pocas oraciones completas: “¡sí!”, “¿no?”, “aguante”, “dígalo”, “ciudado”, “bobada”, “jódase”. La vi por primera vez al hacer cola para entrar al avión. No le calculé más de 18 años de edad. Vestía un pantalón de lona ajustado y de cintura muy baja, una blusa corta que le dejaba el ombligo bien ventilado y un escote generoso. Pintura y peinado nítido, como de fiesta. Y seguía con el teléfono pegado a la oreja. La interrumpieron tres policías, uno con un perro, y le hicieron una serie preguntas en voz baja. Ella comenzó a llorar. Se la llevaron. Recordé todas las películas de las llamadas...

Cuentos de Bogotá 3 – Hard Rock ¿Reggae?

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“Espero les agrade”, dijo la vocalista del grupo que tomó el escenario. A ritmo de reggae, muy a lo Santeria de Sublime, comenzó la canción. “ On a dark desert highway, cool wind in my hair ”, cantó. El público que había llenado el Hard Rock Café de Bogotá, gritó “wuuuuu” y levantaba los brazos desde sus mesas, como bailando. “Ya le conseguiremos mesa señor Lepe, puede esperar afuera”, me dijo la señorita hostess . Yo le repetí que quería esperar adentro para ver el show, no era la primera vez que la hostess me quería retirar del pasillo, parece que yo interrumpía el tráfico de meseros. “ Welcome to the Hotel California ”, cantó la banda junto a todos los asistentes. Sonreí, me gustó la vibra. Siguieron con otra canción que comenzó muy al estilo Bobby Marley, y la vocalista soltó el “ There's a lady who's sure all that glitters is gold, and she's buying a stairway to heaven ”. Todos volvieron a rugir el “wuuuuu” y acompañaron de nuevo al grupo con las voce...

Cuentos de Bogotá 2 - La boba mamona

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Un joven bogotense, que hacía cola en la caja del supermercado, no paraba de hablar con su tono amable y “colombiano” por su celular. No estaba acompañado. “No mi amor, estoy solo. La llamé para decirle que la amo. Sí, escúcheme, estoy solo. Vine a comprar unas sopas y un pastel. Niña, para quién más. El pastel es para nosotros, se me ocurrió comprarlo. ¿Para quién más? Es verdad. No no no, no le miento. ¿Cómo cree eso? En verdad, estoy solo. ¿Por qué cree que estoy con alguien? Vamos, para nada. Me gustan las sopas y por eso vine a comprarlas, y aproveché a comprar un pastel, para comerlo hoy con usted, de su favorito. Nooo. No ponga palabras que no son mías en mi boca. No creo que usted sea una boba mamona. Para nada. Vaya, no me joda, cuántas veces le repetiré la misma bobada”, decía el joven, mientras sacaba de su canasta un par de sopas instantáneas y un pastel con arándanos.

Cuentos de Bogotá 1 - En Bogotá

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Después de 29 horas en Bogotá, Colombia, puedo decir que: En Bogotá la gente es amable, demasiado amable talvez. Me decían “señor Lepe” y su tono era suave y penoso. En Bogotá se usa mucho sacolas, gabardinas y chumpas, y poco suéter de capuchón. Es difícil encontrar obesos por las calles. Hay pasarelas redondas, cuadradas y ovaladas. Y los pájaros no les temen a los humanos. En Bogotá puedes entrar tu mochila a los locales comerciales y supermercados, y los policías utilizan perros en vez de escopetas. Hay una Casa en el Aire y un Mickey Mouse que da la bienvenida en una academia de diseño. En Bogotá muchos caminan y la mayoría de esos peatones viajan escuchando su iPod. Hay mucho grafiti, aunque puede mejorar. Siempre hace frío y llueve mucho, y cuando deja de llover, se alegran porque piensan que se acerca el verano. En Bogotá "el Pibe" todavía vende televisores Samsung, Megadeth dio un concierto dos días después de mi salida y tocó todo el ...

El último día de Igor

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Igor comenzó la mañana tomando el sol, respiró aire fresco, meditó un poco.  Después se ejercitó durante unos minutos.  Luego practicó algunos riffs de la mejor banda del mundo.  Una pequeña casaqueada con un buen amigo, siempre sonriente y alegre. Una película en casa para matar la tarde nunca es mala idea.  Intentó socializar con Esquirol, pero sus esfuerzos no tuvieron frutos. Si no puedes contra ellos, úneteles. Dulces sueños. Después de esta sesión, nunca más volví a ver a Igor.

Corro vuelo me acelero hacia la melancolía

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En la caja registradora del supermercado, las cuatro señoras que llevaban una carreta llena de botellas de margarita y tequila, se emocionaron al escuchar la música que el DJ de sopas Malher tenía para amenizar la mañana. Sonó Corro vuelo me acelero , de Timbiriche. “Ala, se acuerdan de cuando hicimos esa coreografía”, gritó una. Comenzaron a bailarla con los pasos de Sasha, Paulina, Alix y Mariana. Agitaban los brazos, movían la cabeza de un lado para otro, daban pataditas y se señalaban con el dedo índice en la parte “todo para estar junto a tiii, junto a tiii”. Siguieron el baile mientras la cajera les cobraba las botellas. “Ala baby, sí vos, qué buena nos salió, y ganamos el concurso”, recordó otra de ellas. “Y los flecones que nos peinábamos, nos gastábamos medio spray para pelo”, dijo otra. Las jóvenes edecanes de Colgate se carcajearon. “Las viejas están pedas, jaja”, dijo una. Me desconcertó el comentario. “Qué saben de música y nostalgia estas patojitas”, pen...

Girls – Yo también fui acomplejado y deprimido

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Sin tanta casaca, les digo que Girls es una gran serie de televisión acerca de jóvenes. Para comenzar, se agradece que no es otro reality show. Luego, las historias son interesantes, las locaciones chingonas, música de a huevo y los personajes son tan tontos, chistosos, raros, inmaduros y patéticos que resultan ser muy humanos al final de cada episodio. Y si profundizo un poco, el personaje principal, Hannah, es tan acomplejada y deprimente que me recuerda demasiado a mí cuando tenía alrededor de 20 y 25 años. Ella es una recién graduada en letras y aspirante a escritora que no consigue un trabajo “digno”, su novio pareciera ser un total imbécil y su carrera como autora no despega. Inclusive, hay un episodio que es de mis favoritos, en el que se caga de la envidia porque una su compañera de universidad publicó un libro antes que ella, y era acerca de una tragedia. “Se le murió el novio, maldita suertuda”, dice Hannah mientras ve la portada.  Y así era yo. Miraba cómo...

Somos un coctel de códigos

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Se levanta y para apagar la alarma de su celular pulsa 3 dígitos. Sale de su casa y apaga la alarma: 4 números. Necesita desbloquear el iPod, 4 dígitos.  Llega a su trabajo y para entrar al edificio: 4 letras. Para acceder a su computadora: 6 dígitos con una mezcla de mayúsculas, minúsculas, números y signos. Necesita sacar una llamada desde su cubículo: el número más el código de 5 dígitos. No puede entrar al sistema sin recordarse de 5 números y 3 letras consonantes y minúsculas. Correo electrónico: 10 botonazos, Facebook: 11, Twitter: 7, Instagram: 8, Google+: 7. Maldito captcha, repite todo una vez más. Revisa su cuenta vía Internet: 4 pulsaciones. Necesita refaccionar, así que va al cajero a extraer dinero: 4 dígitos.  Regresa a la oficina: repite 4 letras. Y no son ni las 10 de la mañana.

Se jubilan los kickers

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Fueron un regalo de mi madre cuando cumplí 26 años. De ahí, me han acompañado en muchos momentos. Los tenía puestos cuando renuncié a mi primer trabajo y cuando comencé en el segundo. También los vestí en el viajé de 24 horas por tierra al D. F. de México, para ver por primera vez a Pearl Jam. Acariciaron la arena de Río de Janeiro y aguantaron la nieve de Detroit. Con estos como calzado entrevisté a Black Eyed Peas, Gaby Moreno, Luis Von Ahn y Ronald McDonald. Estuvieron conmigo en la cola de 4 horas para comprar mi entrada para ver a Metallica, me ayudaron a saltar en los conciertos de Megadeth, White Stripes y Calamaro, y más de un par con Bunbury y Café Tacuva. También la primera vez que vi en el cine Eternal Sunshine of the Spotless Mind , Almost Famous , Lost in Translation y The Dark Knight (esta última en función de media noche). Fueron los responsables de comentarios como: “vos no sos tan feo, pero esos tus zapatos te chingan”, y “los zapato...

En rojo

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El anciano comienza a cruzar la calle. El joven de rasta y con muleta le entrega cinco quetzales al niño limosnero, después levanta sus dedos índice y dice algo como “por ti viejo” o “puro viejo”, cerrando los ojos. Raro el chavo y linda su playera verde de Marley. El niño se guarda las monedas y sigue su tradicional desfile en medio de los vehículos. La edecán con la cara más amargada del mundo entrega boletines acerca de una medicina, creo que es un medicamento pues está enfrente de una farmacia. A su lado se coloca un amigo de ella, o guarura, o enamorado, o yo qué sé quien es. Tal vez si ella no vistiera esos grandes tacones, él le llegaría por lo menos al hombro. Y no se le separa, la sigue a todos lados. La actitud es lo que vale. El motorista que veo por el retrovisor me tiene nervioso. ¿A qué hora saca el fierro y me pide el celular? A la primera que se me acerque y le tiro el carro. Y el príncipe a quien le di vía para que pasara, no me agradeció. Podría bocina...

El friki-fan de Queen

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Estaba sentado, con los ojos bien abiertos, la boca también. Esperaba a que el grupo argentino Dios Salve a la Reina (quienes presentan un tributo a Queen) saliera a dar declaraciones en conferencia de prensa. Él abría y cerraba las piernas, se acariciaba las manos, no parpadeaba. Su enciclopedia de Queen, playera negra del grupo y bigote a lo Freddie Mercury lo delataban. Era un friki-fan de la agrupación inglesa. Esa mañana llegó a conocer a la banda tributo, a verlos de cerca, a celebrar su frikismo. Me acerqué para platicarle. Quería compartirle que la carga emocional de Innuendo (1991) me encanta, que cuando escucho Crazy little thing called love me dan ganas de bailar, que Who wants to live forever me hace llorar. Pero fue imposible. El show era él, con su rostro encendido de emoción y ansiedad. Él nunca pudo ver a Queen en vivo, pero putamadre, se sabe toda la vida de la banda, fechas que nadie debería saber, listados de conciertos que ningún humano tiene razón pa...

Suena Polly

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Una noche de 2012 llovía fuerte. Yo regresaba a casa en bus urbano y a través de mi walkman escuchaba el final del lado A del Nevermind (1991). Sonaba Polly mientras el agua corría por la ventana. No solo las calles citadinas se inundaban en esa ocasión, mi estabilidad se hundía en segundos. Mis problemas de adolescente me tenían vencido, ya saben, esos clavos de que padres no tienen ni puta idea, de que se va a reprobar una clase, de que alguien perdió un mi buen caset, de que la chica especial dijo que uno es feo. Polly era el soundtrack perfecto, esa canción opaca y torcida definía el momento. Y olía a desagüe, fragancia adecuada para decorar el momento. Ahora, 20 años más tarde, mientras regreso en carro a casa durante la noche, el shuffle del iPod me tira Polly , esa misma tétrica versión acústica. Los problemas en 2012 no son los mismos de hace dos décadas, aunque tengo la sensación de que el agua seguirá cayendo por mucho tiempo, y continuará su curso sin pedirme pe...

Minireseñas: Norah Jones, Slash, Jack White, Garbage y Chimes of Freedom – The songs of Bob Dylan

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Tuve la oportunidad de escuchar cinco discos que esperaba con ansias este año. Aunque encontré un par de frustraciones, no todo está perdido en el campo melómano del 2012. Aquí van estas minireseñas. ¿Lados B de The Fall? Si existiera el término “menos mejor”, eso sería Little Broken Hearts (2012), de Norah Jones. Por momentos se tiene la sensación que escuchamos los lados B de su precioso álbum anterior The Fall (2009). Le falta agarre, profundidad y nostalgia, razón de tantos Grammy, ventas y fanáticos de esta flamante reina de la melancolía. Video: Happy pills Si Dylan es dios, los covers son sus inquietos angelitos Chimes of Freedom – the songs of Bob Dylan (2012) es una colección de canciones de Bob Dylan cantadas por otros artistas y empaquetado en 4 CDs. Este proyecto no busca que la gente compre los 4 discos, más bien es para que cada consumidor baje de 3 a 10 canciones en iTunes. Hay versiones fantásticas como la de Adele, Dave Matthews Band y Ziggy M...

¿Así o más fan? Gaby Moreno

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Había tenido 3 oportunidades para conocer a Gaby Moreno en persona y que autografiara mis discos. Pero no me los tomé muy en serio. No soy mucho de autógrafos o tomarme fotos con famosos, nunca me ha gustado mucho, o no he estado tan cerca de Tom Yorke o Tori Amos… por decir algunos. Así que la adrenalina corrió cuando tuve la tarea de llevar a la cantante guatemalteca al lugar donde trabajo, para que se sentara a platicar con todos los editores por una hora y al final nos cantara un par de canciones. Todo esto como parte de la edición especial “Gaby Moreno” que se lanzaría una semana después y cuya portada está acá arriba del post. Después de varios emails pidiendo su presencia, llegó el día de su llegada. Despertó mi ser más pesimista y sentí que quedaríamos plantados con raíces, hojas y abono. Pero arribó puntual, con guitarra al hombro y amplificador en mano (la verdad fue su hermana quien lo cargó). Ahí estaba sentada con nosotros esta artista que conquistó mi gu...

Porque te quería ver

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Ella levantaba los brazos cuando hablaba. Él se mantenía inmóvil. La pareja estaba sentada en una mesa al lado del cajero automático. Él se veía impecable con su peinado bañado en gelatina y una chaqueta verde. Ella lucía un chongo estilo “acabo de levantarme” y un sudadero café. Él sonreía, ella no. “No entiendo por qué querés verme”, dijo ella agitando las manos. “Te quería ver, ¿hay algo malo en eso?”, respondió con frialdad. “Mi mamá te odia, por cierto”, dijo ella. “Qué raro, si cada vez que me la encuentro me saluda muy amigablemente, hasta nos abrazamos”, comentó él.  Mantuvieron algunos segundos de silencio. “Pues mis amigos sí te odian”, añadió ella, meneándo la cabeza de lado a lado. “Para nada, si en Facebook nos saludamos y compartimos música, tú no lo vez porque desde que cortamos eliminaste tu perfil”, comentó él. Hubo otros segundos sin hablar. “Es que no entiendo por qué me llamaste para que nos viéramos”, repitió ella. “Ya te dije, solo ...

La modelo

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Yo: Mirá, ella es una de las modelos chapinas que más me gustan. ¿Vos la conocés, verdad? Mi amiga: Sí, ella es linda. Aunque esas sus extensiones ya se ven viejas. Debería retocarse el color del pelo otra vez. Y esos lentes de contacto verdes me encantan, no me gustaban sus ojos oscuros. Y se arregló los dientes, notá, todos blancos y rectos, así no eran. Y como que se hizo algo en los pómulos, pero eso no me consta. Lo que sí me contó fue lo del botox, por eso la gran trompa que trae. Y esas chichotas y el culón son marca tica, allá fue la inflada. Y si no me equivoco, la lipo fue en Miami. Quedó linda. Yo: Sí, lindo bodrio. Mi amiga: Callate, ¿vos qué sabés de belleza?

Sin Rock&Roll All Stars

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Hoy hubiera publicado en este espacio acerca del concierto de RockNRoll All Stars , cuya fecha era el 1 de mayo antes de cancelarse por razones más que misteriosas. En el post habría tocado el tema de que el milagro no es que estos señores estén vivos, más bien es que estas leyendas del rock sigan activos dentro de la industria musical. Hubiera mencionado que en lo personal, mi ilusión era ver por primera vez a Duff McKagan, uno de mis ídolos de mayor pasión durante la adolescencia y de quien todavía me llega su música. Toca el bajo de una manera que a uno se le antoja, se ve fácil, parece de lo más divertido y me obliga a decir “dame un bajo y ahorita te toco la intro de It’s so easy ”. También hubiera escrito sobre Joe Elliot, de quien ya tuve la oportunidad de verlo cuando Def Leppard vino a Guatemala durante una casi transparente gira Slang . Y aunque la Plaza de Toros estuvo semivacía esa noche, Joe cantó como si se tratara del Wembley Stadium a reventar. Y de Sebastian Ba...

La chica con aliento de dragón – Parte 3 y final

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Julio sacó una moneda de veinticinco centavos y la tiramos. Cayó cara, significando que debíamos acompañar a esa señorita por unos minutos más. Probamos dos de tres con la moneda, y volvió a caer cara. ¿Podía ser más maldita esa noche? A los pocos minutos ella se animó a caminar algunos pasos hasta llegar a un teléfono público. Yo carecía de monedas, así que usamos la de Julio, la de la suerte, para realizar la llamada. Ella marcó un número y nuevamente comenzó la murmurada. Le arrebaté el auricular y pregunté quién hablaba. “Soy Javier”, dijo una voz preocupada. Me presenté y le narré algo como que encontramos a una chava de pelo liso con mechón azul, playera de Testament, demasiado peda para hablar y le pedí llegara a recogerla. Esperamos diez minutos para que se apareciera un Datsun rojo, descuidado, con música a todo volumen. Se bajó un tipo delgado, con el pelo rapado, traje de cuero y mostrando algunos tatuajes en los brazos. Vio a la chica, se le acercó y le dirigió una manada ...

La chica con aliento de dragón – Parte 2

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Si el aliento no era suficiente para llamar la atención de algunos pasajeros de la camioneta, esta sorprendente chica los escandalizó a todos con sus violentos sonidos al arrojar un vómito colorado por la ventana, y dejar escapar un poco en el interior del bus. El vómito no era tan rojo como para ser sangre, ni tan anaranjado para estar ocasionado por una Orange Crush. “Está drogada, tírenla por la puerta”, gritaba una señora, mientras abrazaba a un niño y le tapaba los ojos y la nariz. “No está drogada, está endemoniada, tiene al chamuco adentro”, decía un señor con playera del Bayer Munich y gorra de los Rojos del Municipal. Muchos alegaban, pocos miraban el espectáculo, algunos se notaban asqueados, nadie ayudaba. A dos cuadras de nuestra parada de bus, el piloto notó el relajo y detuvo el vehículo. Caminó hasta la parte de atrás junto con su ayudante y me encontró sosteniéndole la cabeza a esta joven mujer. Nos ordenó que bajáramos a “nuestra amiga” por la puerta trasera ofreciéndo...

La chica con aliento de dragón – Primera parte

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A principios de los noventa, con mi amigo Julio éramos dos adolescentes aburridos de la vida y de nosotros mismos, como muchos imagino. Nos desahogábamos en la música, sobre todo en el rock. A veces parecíamos una especie chapina de Beavis & Butthead, pero un poco menos estúpidos, eso espero. Una noche salimos cansados de un Trash Attack (así se llamaban los conciertos con bandas nacionales de rock Metal y Trash). Se celebró en un salón de la Avenida Bolívar, el cual los domingos se llena de trabajadores que solo descansan ese día, y lo deciden pasar bailando marimba. Nos subimos a una de las últimas camionetas de la noche. Julio me señaló a una chica sentada en el último asiento. Él tenía una facilidad para hablarle a mujeres de toda edad y nunca supe qué tanto les decía. “Mirala, ella estaba en el concierto y creo que vive en nuestra colonia. Yo le hablé una vez, pero no recuerdo su nombre. Vamos a acompañarla”, me dijo. Su pelo era liso y le llegaba hasta el cuello, y un mechó...