jueves, 24 de enero de 2008

¿Mi Salvador?

Un domingo por la mañana, día y horas en que yo acostumbraba a hacer nada, mis padres me obligaron a bañarme y vestirme formal desde temprano.
Salimos sigilosamente de la casa, me pude dar cuenta que no querían que mi abuela, quien me crió, cuidó y sobreprotegió en mi niñez, se enterara de la escapada.
Era 1982, yo tenía 6 años y no entendía lo que sucedía.
Llegamos a un lugar que parecía albergaba a una gran fiesta.
Muchos desconocidos saludaban y recibían muy efusivamente a mis padres, yo seguía sin idea.
Nos llevaron a un patio grandísimo que estaba tapado por una carpa que yo solamente había visto en los circos.
Había música, cantos, bailes.
Al frente una pantalla gigante mostraba letras de las canciones, yo no sabía leer así que tuve que limitarme a ver a un montón de adultos cantar emocionados.
En eso estaba cuando sentí que me tomaban el brazo y comenzaban a sacarme del improvisado salón.
Me asusté y grité por ayuda, mi madre se acercó, me vio a los ojos y habló “es hora que te vayas con los otros niños”.
Quien tomó mi brazo era una adolescente vestida como adulto, muy amable, muy bonita, pero con una sonrisa extraña, como si algo le doliera y estuviera fingiendo. Recuerdo que se llamaba Karina.
Me entró a una sala que en una esquina tenía una puerta de vidrio que nos separaba de un pequeño, pero llamativo patio, con un árbol, flores, grama y aire fresco.
Había alrededor de 10 niños sentados en escritorios dobles, todos vestidos casi igual a mí.
Como vecino de mesa me tocó un patojo rubio, pálido y buena onda. Me entregó una hoja y me prestó sus crayones.
Karina acarició mi cabeza y me dijo casi susurrando que ese día todos estábamos dibujando y pintando “lo mejor que nuestro Salvador ha hecho por nosotros”, y comenzó a contarnos la historia de un su “amigo” que cuidaba por nuestra familia, amigos, Etc.
Yo no puse más atención, tenía una misión esa mañana, dibujar a mi Salvador y lo mejor que había hecho por mí.
Con ansias tomé primero el crayón negro, luego el rojo, un poco de amarillo por acá.
“Ese no es”, me dijo mi vecino señalando mi hoja, al mismo tiempo que vi su dibujo y era el de un paisaje con animales, montañas y un sol gigante con una sonrisa en medio.
Karina se me acercó y le dio un vistazo a mi papel, luego furiosamente lo agarró y me lanzó una de las peores miradas que he sentido en mi vida. Era enojo, desilusión y resentimiento en una licuadora a todo motor.
Me sacó al patio y me puso de plantón viendo a la pared.
Por un momento pude voltear a la mirada hacia el salón, todos los niños me veían como si fuera atracción de feria, pero mi vecino me saludó calurosamente levantándome la ceja.
“Gracias amigo, el compañerismo siempre es importante”, pensé.
Minutos después, al fondo podía ver que Karina les mostraba mi dibujo a mis padres y se quejaba de algo. Mi madre lucía apenada, mi padre noté que se mordía el interior de la megía por no reír.
Durante el camino de regreso, mis padres me hicieron prometer que no relataría nada de lo sucedido a mi abuela, misma que era católica/anti protestante, y que nos esperaba en la puerta de la casa.
No dijo una palabra, solo me abrazó y regaló una galleta. Fue una tensa calma.
Yo solo me lamentaba de que Karina se había quedado con mi dibujo hecho esa mañana, porque esa batalla de Mazinger Z contra el Barón Ashler, no creo que en el futuro me iba a salir tan bien como ese día.

miércoles, 23 de enero de 2008

Hola


Para una persona que hace tres meses no tenía Hi5 o Facebook, alguien que no sabía utilizar adecuadamente su celular, carecía de video, dvd y aparato de sonido, nunca había tocado un iPod, menos tener una computadora en casa... creanme, el tener un blog se hace de lo más interesante.

Espero poder compartir algunas experiencias, textos y aventuras de los temas que valen la pena... música, películas, causas perdidas y unos cuantos cuentos perdidos por ahí.

De todo corazón, solamente me queda decir:

Hola! Soy David Lepe, bienvenido.
Uno es lo que hace, así que soy periodista cultural, me gusta la música rock, jugar con mis mascotas, ver películas... lo simple que le da sabor a la vida.

Se aceptan comentarios, sangronadas, críticas constructivas y destructivas.