lunes, 27 de junio de 2011

Twitter y cuando me sentí un canario en la selva


Sí, yo dije “no entraré al twitter, nunca, ni por que me paguen”, y gracias a un curso sobre redes sociales ahí andaba yo hace tres meses abriendo mi cuenta twitera, con cara de perro callejero pidiendo sobras de comida a un extraño.

Era una selva. Noticias de guerras y bombazos de la BBC, baleados y manifestaciones de Prensa Libre, encuestas sexuales de Marie Claire, fotos con y sin calzones de la Liz Vicious… Además de amigos y conocidos escribiendo cada cinco minutos todos sus movimientos. “Me voy”, “ya regresé, jiji”, “esa gorda me ve feo =(”, escribían. Y otros peleándose contra su enemigo invisible. Leer “Sos feo”, “por qué no me dicen las cosas a la cara???”, “odio la hipocresía”, es cansado.

Luego probé publicar comentarios y vaya que hace tiempo no me sentía tan transparente. Y ojo, ser transparente no es lo mismo que no existir, pero hablaremos de esta profunda filosofía otro día. Regresando a los primeros twits, en verdad mis palabras se convirtieron en un piquete microscópico a esa bestia construida con frases y pensamientos de 140 caracteres.

Por más de las bienvenidas de amigos queridos a la selva, no me sentí cómodo. A quién engañaba, nadie daría diez centavos por conocer mis pensamientos. ¿O la gente es tan morbosa?

Con el tiempo fui conociendo mejor el terreno. Decidí borrar las cuentas de medios de comunicación y personas conflictivas. Seguí a famosos quienes me interesan sus tonteras como Conan O’Brien y Norm Macdonald. Encontré a Mike Mcready, guitarrista de Pearl Jam, quien es un twitero muy agradable; así como la cantante Michelle Branch y el columnista fanático del FC Barcelona Juanito Blaugrana, entre otros. Y a mis cuates ya les agarré la onda, aunque no tenga idea de lo que hablan.

Y ahí voy. Sigo caminando en la selva y silbando como canario, pero ya disfruto más el camino con todo y cantos, rugidos y chillidos. Y confieso, a veces me esfuerzo mucho para escribir algo interesante aunque me de vergüenza hacerlo, y me da vergüenza sentir vergüenza por hacer algo supuestamente no vergonzoso. ¿Ves? Ya hasta he comenzado a escribir como twitero.

@lepedavid

viernes, 24 de junio de 2011

Travis Pastrana y la suerte extrema


Pocas veces se tiene la oportunidad de entrevistar, aunque sea vía Email, a los personajes de la farándula o del espectáculo que uno desea. Casi siempre son artistas o famosos quienes visitan Guatemala, u oficinas quienes contactan a los medios para ofrecer entrevistas telefónicas de tres a doce minutos de duración.

Un día viendo el VH1 me sorprendió el programa Nitro Circus, muy a lo Jackass, pero mejor enfocado en el reto de las pruebas, la magia del desafío y el deseo ensalivado de imponer récords. Investigué al líder de esta pandilla, Travis Pastrana, quien también corre rallys y es campeón de X Games, y me encantó su historia y visión de la vida. Sus últimas palabras antes de morir serían “Holy Crap! Fue un viaje espectacular”, ¿qué más podía pedir?

Comencé a escribir acerca de su carrera y encontré demasiadas fotos suyas con el logo de Redbull. Así contacté a esta marca patrocinadora para solicitarle una fotografía de este deportista extremo. Y resultó que Travias estaba en Panamá filmando una película y me ofrecieron una entrevista vía Internet con él.

A veces Murphy y sus leyes se desubican, y creo, ese es el momento ideal para uno saltar al éxito, por lo menos momentáneo.

Les comparto el link de la entrevista en la revista Mundo&Motor de Travis Pastrana.

lunes, 20 de junio de 2011

Los días de frío y lluvia


Durante los días de frío y lluvia, no dejo de pensar en lo exquisito que sería huir un día del trabajo, sin necesidad de dar explicación, y quedarme en casa. Ver una película de Woody Allen o regresar a leer cualquiera de los cuatro libros que tengo comenzados.

O escuchar un disco, completo, desde el principio hasta el final. Leer las letras del cartón junto a la música. Adentrarme en una aventura de PJ Harvey, las locuras de Neil Young o una motaña rusa de Pink Floyd.

Y cuando el clima esté más templado, pues salir a caminar sin hora de salida o regreso. Oler, sentir, ver el exterior. Contemplarlo todo, grama, gente apurada, chuchos callejeros, paredes, rótulos con ortografía errónea, charcos improvisados… todo eso.

En otras palabras, como refieren algunas canciones de Radiohead y R.E.M., desearía desaparecer por unas horas. Desaparecer, y ya.

Y durante los días de calor, también.

lunes, 13 de junio de 2011

The Hangover 2 – borrar caset es terrible 2


Cuando vi la comedia The Hangover en 2009 recordé varias de esas grandes borracheras y crudas tan masacres que me habían arrebatado el orgullo. Escribí un post sobre una de las peores que había vivido y ahora viendo The Hangover 2 me recuerdo de otra vergüenza.

Una mañana de 1994 desperté en una habitación desconocida, era una especie de oficina y yo estaba acostado abajo del escritorio. Con mucho esfuerzo me levanté y noté unas manchas azules en mi camisa del colegio.

A la oficina entró una señora de uniforme rosado y con un trapeador, y revisó de manera veloz el cuarto. “Buenos días joven, nos tenía asustados”, me dijo y salió. Aunque no soportaba el dolor de cabeza y estómago, decidí salir.

Reconocí la casa, era de un compañero del colegio. Tenía mesa de billar, bar y un equipo de sonido gigante, perfecto para una fiesta. Y recordé que era el último año de colegio y habíamos decidido festejarlo en esa casa cerca de Antigua Guatemala, casi 55 kilómetros lejos de la ciudad. Ahora solo faltaba regresar a mi memoria el cómo me la pasé en la fiesta y por qué terminé en esa oficina.

Algunos desayunaban en la sala. Murmuraron “ahí viene aquel”. Yo me senté en el sofá y todavía sentía que la cabeza me daba vueltas. Se me dificultaba mantener abiertos los ojos. “¿No que no te gustaba Maná?”, me dijo una amiga. Medio abrí el ojo izquierdo. “Hasta de memoria te las sabés, tampoco sabíamos que cantabas, sos todo un fan”, añadió. Maná, cantar, qué jodidos pasó.

“Tampoco sabíamos que estabas enamorado de K”, dijo otro quien no era mi amigo pero no me caía tan mal. ¿Enamorado yo? ¿De K? El dueño de la casa me vio y no me saludó, siguió caminando. Otro quien tenía carro me dijo en voz baja “ya me voy y te recomiendo que te vengás de una vez conmigo”. Sabios consejos merecen seguirse.

No daba tiempo para bañarme así que me echó casi la mitad de su loción y nos retiramos. “Esta cantabas con más fervor, escuchá”, me dijo ya adentro del carro, dándole Play a la canción Cómo diablos, y casi por arte de magia los recuerdos de esa noche comenzaron a caer, junto con la ayuda de mi amigo el piloto.

Resulta que tomé cerveza como si estuviéramos a minutos del fin del mundo, el de la casa sacó un ron añejado de su padre a escondidas para darnos a probar en onzas y yo en un descuido entré a la cocina y me la tomé toda, para luego usar la botella como micrófono y cantar entero a todo volumen el ¿Dónde jugarán los niños?, de Maná. Minutos después K se comenzó a besar con A, lo cual me molestó y no dudé en decírselo mientras los separaba. Alegué el resto de la noche porque decidí confesar que me gustaba K. Solo me detuvieron los vómitos que adornaron la sala, la cocina, el baño y la oficina, donde me fueron a tirar para que dejara de molestar.

“Vos, y estas manchas azules de mi camisa, ¿qué onda?”, le pregunté. “El ron era anizado y color azul, las manchas son de cuando te vomitabas encima”, me respondió. "Por cierto, K dijo que no le gustás para nada", culminó.

Fijé la mirada en el camino, en las calles, las montañas, la gente. “Si quiero vivir tendré que olvidar, y voy a borrar tu amor”, canta Fehr en Cómo diablos. Gran frase, buena canción, buen disco, tal vez el mejor de ellos.

lunes, 6 de junio de 2011

Las canciones ukulele de Eddie Vedder son


Es ese individuo quien llegó de último a la fogata durante la noche en la playa. Ya solo quedaban envases vacíos y cenizas tibias. Fue el momento en el cual comenzó a recordar a esa persona a quien dejó en el camino, a esa a quien extraña, a esa con quien lo hubiera dado todo.

También es ese hombre quien despertó por primera vez al lado de esa mujer quien lo enloquece. Le quitó las sábanas que la cubrían y la vio desnuda. Le agarró una nalga y la besó en el cuello. En ese momento se convirtió en el hombre más dichoso del mundo, algo que él mismo sabía, sería difícil repetir.

O esa caminata durante el atardecer sintiéndose estúpidamente emocionado, sin conseguir captar un solo pensamiento que quedara arraigado a la mente. Todo es fugaz. Caras, besos, caricias, jalones de pelo, mordidas en las orejas. Un amor experimental hecho a la medida. Antes que caiga el sol, todo podría terminar.

Y la idea de tomar a esa persona de la mano para no soltarla nunca más.

Todas estas imágenes se me vienen a la mente escuchando Ukulele’s Songs, el disco de Eddie Vedder con 16 canciones basadas en acordes con su ukulele y letrillas de amor, ese el cual buscamos por más pesimistas que seamos. Y cuando lo encontramos... puff, directo a la locura.