lunes, 24 de septiembre de 2012

Cuentos de Bogotá 3 – Hard Rock ¿Reggae?



“Espero les agrade”, dijo la vocalista del grupo que tomó el escenario. A ritmo de reggae, muy a lo Santeria de Sublime, comenzó la canción. On a dark desert highway, cool wind in my hair”, cantó. El público que había llenado el Hard Rock Café de Bogotá, gritó “wuuuuu” y levantaba los brazos desde sus mesas, como bailando. “Ya le conseguiremos mesa señor Lepe, puede esperar afuera”, me dijo la señorita hostess. Yo le repetí que quería esperar adentro para ver el show, no era la primera vez que la hostess me quería retirar del pasillo, parece que yo interrumpía el tráfico de meseros. “Welcome to the Hotel California”, cantó la banda junto a todos los asistentes. Sonreí, me gustó la vibra.

Siguieron con otra canción que comenzó muy al estilo Bobby Marley, y la vocalista soltó el “There's a lady who's sure all that glitters is gold, and she's buying a stairway to heaven”. Todos volvieron a rugir el “wuuuuu” y acompañaron de nuevo al grupo con las voces. Los brazos seguían en el aire, meneándose. Quise darle un vistazo a los artículos que colgaban en las paredes, pero solamente pude notar los pantalones viejos de Shakira. Era imposible moverse, el lugar estaba a reventar de personas.

“Señor Lepe, por favor, espere afuera, yo le diré cuando tenga una mesa para usted”, me repitió la amable hostess y esta vez sí me moví. El inicio de la tercera canción lo atestigüé metiendo el cuello desde la puerta de entrada. Comenzó el mismo acorde de reggae, que para mí, era demasiado. Mi cuota de ese género había terminado. Dos canciones de reggae y no más. “Mind as well face it, you’re addicted to love”, canto la chica y se repitió la misma escena, grito de “wuuuu”, brazos al aire. Decidí irme. De todas maneras, apenas me hubiera alcanzado para comprarme un tarro de la cerveza más barata.

Al otro día, muy temprano, regresé con cámara en mano para tomarle fotografías a los artículos del lugar. Un joven muy apenado me negó el permiso y se entró a la cocina, así que le hice honor a eso que le llamo “chapín retador”, y le tomé fotos a todo el lugar. No encontré nada fuera de lo normal, la verdad. Solo unos muñecos de las caricaturas de The Beatles, con su trajecito azul y todo, que hasta pude habérmelos traído de souvenir a Guatemala… ¿quién sabe? tal vez a la próxima. 
La vista desde afuera.

 Guitarra y camisa de Nikki Sixx, de Mötley Crüe.

 Tambor de Matt Sorum, de su época de Guns N' Roses.

Arte chilero de The Wall, de Pink Floyd.

 Pañuelo, o algo así, del maestro Jimmy Hendrix.

Muñecos y caricaturas de The Beatles.

 Lennon nunca falta... para bendecir estos lugares.

 Y el rincón de Marilyn Manson.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Cuentos de Bogotá 2 - La boba mamona

Un joven bogotense, que hacía cola en la caja del supermercado, no paraba de hablar con su tono amable y “colombiano” por su celular. No estaba acompañado.

“No mi amor, estoy solo. La llamé para decirle que la amo. Sí, escúcheme, estoy solo. Vine a comprar unas sopas y un pastel. Niña, para quién más. El pastel es para nosotros, se me ocurrió comprarlo. ¿Para quién más? Es verdad. No no no, no le miento. ¿Cómo cree eso? En verdad, estoy solo. ¿Por qué cree que estoy con alguien? Vamos, para nada. Me gustan las sopas y por eso vine a comprarlas, y aproveché a comprar un pastel, para comerlo hoy con usted, de su favorito. Nooo. No ponga palabras que no son mías en mi boca. No creo que usted sea una boba mamona. Para nada. Vaya, no me joda, cuántas veces le repetiré la misma bobada”, decía el joven, mientras sacaba de su canasta un par de sopas instantáneas y un pastel con arándanos.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Cuentos de Bogotá 1 - En Bogotá

Después de 29 horas en Bogotá, Colombia, puedo decir que:

En Bogotá la gente es amable, demasiado amable talvez. Me decían “señor Lepe” y su tono era suave y penoso.

En Bogotá se usa mucho sacolas, gabardinas y chumpas, y poco suéter de capuchón. Es difícil encontrar obesos por las calles. Hay pasarelas redondas, cuadradas y ovaladas. Y los pájaros no les temen a los humanos.

En Bogotá puedes entrar tu mochila a los locales comerciales y supermercados, y los policías utilizan perros en vez de escopetas. Hay una Casa en el Aire y un Mickey Mouse que da la bienvenida en una academia de diseño.

En Bogotá muchos caminan y la mayoría de esos peatones viajan escuchando su iPod. Hay mucho grafiti, aunque puede mejorar. Siempre hace frío y llueve mucho, y cuando deja de llover, se alegran porque piensan que se acerca el verano.

En Bogotá "el Pibe" todavía vende televisores Samsung, Megadeth dio un concierto dos días después de mi salida y tocó todo el "Countdown to Extintion", y en el Hard Rock Café hay más artículos de Shakira que de The Beatles, Jimmy Hendrix y The Rolling Stones, juntos.

En la ciudad naranja dejo un pedazo de esperanza y muchas ganas de regresar.








lunes, 3 de septiembre de 2012

El último día de Igor

Igor comenzó la mañana tomando el sol, respiró aire fresco, meditó un poco.


 Después se ejercitó durante unos minutos.


 Luego practicó algunos riffs de la mejor banda del mundo.


 Una pequeña casaqueada con un buen amigo, siempre sonriente y alegre.


Una película en casa para matar la tarde nunca es mala idea.


 Intentó socializar con Esquirol, pero sus esfuerzos no tuvieron frutos.


Si no puedes contra ellos, úneteles. Dulces sueños.
Después de esta sesión, nunca más volví a ver a Igor.