Parecés una espinilla en la nariz

“Parecés una espinilla en la nariz”, le dijo la patoja por celular. Ella estaba a mi lado, pero desconocía su nombre, su origen y la razón de tal comentario. Me atrevo a imaginar que relacionó a alguien con una lesión de acné en la nariz por feo, sucio, notorio sin mucho esfuerzo o porque su aparición nunca es grata.

Yo reconozco, he sido en ocasiones como un grano en las nalgas, que parece inexistente, aunque solo aparece cuando se quiere descansar o durante la intimidad. Una vez fui uno en la oreja, escondido y doloroso. También he sido un barrillo en el párpado, así notorio, molesto y cegador.

Recuerdo haberme convertido en acné en la frente, esparcido, violento y odiado. O cuando fui un punto negro en la espalda, fuerte, resistente, pero totalmente ignorado y olvidado. A veces he sido un barro en la mano, tan sopresivo, tan increíble, tan freak, tan rechazado.

Y la peor, cuando me convertí en un grano en la mejilla, tan pequeño e insignificante, que ni siquiera se dieron cuenta cuando aparecí, menos cuando desaparecí.