Yo también conozco a Julio Hernández
Recuerdo cuando Julio ganó el año pasado en el festival de San Sebastián, con su proyecto de largometraje Gasolina, resultó que TODA GUATEMALA ERA SU CUATA. Desde periodistas, columnistas, bartenders, charamileros… todos tenían una historia qué contar, donde compartían palabras, recuerdos, bromas y filosofadas con el joven director.
Bastante farandulero.
Por eso mismo yo no quería escribir algo sobre él, pero hace unos días me lo topé en El Cafetalito de la zona 1, y me dio mucho gusto verlo. Igual gusto me dio saludar a Pamela (lo siento grupis julianas, él tiene pareja).
Lo que me encantó, fue ver a Julio tranquilo, sin fintas o poses, caminando por el Centro Histórico.
Cualquier otro chapín exitoso ya andaría con pajas, hablando grandezas y haciéndose el hollywoodense.
Aquel no ha cambiado mucho desde que intercambiamos palabras por primera vez. Fue en su apartamento en México, D.F. Él, junto a Pamela, fueron pilares de una de las mejores noches de mi vida, fue cuando asistí al concierto de Pearl Jam en el Palacio de los Deportes. Ellos me dieron posada en su apartamento, pequeño, pero acogedor y con muchas revistas para leer.
Fue el guía turístico perfecto, me llevó a la escuela de cine, al Café Centenario, al centro, a la Plaza Garibaldi y al Bar 33 (esa es historia para otro post).
Su humor, tan de él, no pudo faltar. Mi amiga Wendy también iba con nosotros, y Julio prometió que nos llevaría a El Chopo, un mercado callejero grandísimo de música. Nos dijo que era sábado y a medio día se terminaba. Pues llegó el sábado, con Wendy estábamos bañados, vestidos e ilusionados desde las 8 de la mañana. Resulta que don Julio se levantó a medio día. Nos había dejado vestidos y alborotados. Sentí en carne propia la historia de la novia de pueblo. Me sentí violado de la confianza.
De todas maneras nos llevó. “Ya para qué jodidos”, pensaba yo, mientras viajábamos en el metro. Tenía hasta ganas de llorar.
Cuando llegamos, era casi toda una fiesta. Resulta que El Chopo comienza en la tarde. Una bromita blanca. Tan blanca que dejé de odiarlo hasta que compré unos mis conciertos (en VHS y DVD respectivamente) de Radiohead y Korn.
Ahora solo queda ver en el cine Gasolina (estoy emocionado) y esperar qué otras historias nos contará este chavo en el futuro.
Felicitaciones compañero.
Fotografía tomada por Jessica Masaya, para cuando sus letras eran destinadas al diario Siglo 21.
Comentarios
Lo bueno q se te quitó la cara de empurrado y la música fue la compensación a la confianza, tras esa violación q mensionás... ¿¿???
Bueno, a esperar la lica...
Eso me llevo a pensar que la humildad la lleva el ser humano. ¿Será que en Guatemala somos tan humano para ser humildes?
un saludo
Luisro: Yo admiro a la gente exitosa que no se las lleva. No entendí buen tu pregunta al final.
JM: Fenomenal... no diría yo. Más bien un sentido del humor negro, ácido o freak.
Buena onda por lo de Julio y si me gusta la lica por que refleja lo que es en realidad el pais.