Soundgarden y la madurez

De los cuatro grandes del grunge, Soundgarden fue mi flamante cuarto lugar. Un puesto tal vez bajo, pero nunca subestimado. A Allan le gustaba más, la verdad le agarró un su trabe bastante férreo con la banda. Platicábamos mucho de Soundgarden, es más, tendía a explicarme las letras de algunas rolas que a mí se me dificultaban. Sobre todo del Down on the upside, último disco que grabaron en los noventa y para mí uno de los mejores de esa década. Era fuerte, era irónico, era como más maduro.

Analizábamos las letras de Cornell como si fuéramos a tener examen parcial en la universidad. “Qué habrá querido decir con ‘I cought the moon today / pick it up and throw it away, alright’”, examinábamos. Descomponíamos cada canción para luego armarla a nuestro placer o necesidad. También nos recordaban viejas batallas amorosas peleadas… más bien perdidas… más para aquél.

La música era depre, como la mayoría de esa época. “Nothing seems to kill me / no matter how hard I try”, susurra Blow up the outside world. ¿Y qué decir de Fell on black days?, mi indiscutible favorita, “whomsoever I´ve cured / I’ve sickened now”. El amor mártir resulta jugoso para un amante masoquista.

Y hace unos meses nos reunimos una vez más para que me prestara su última adquisición: el Telephantasm, una especie de grandes éxitos de Soundgarden, con todo y dvd. Cuchubealeámos del disco, del regreso del grupo al estudio, del reportaje en Spin, sus presentaciones en el programa de Conan O’Brien y de qué tan maduros se ven ahora. Volvimos a repasar las canciones antiguas y le dimos un vistazo más de viejo.

Tomando café, resultó agradable platicar de esa música una vez más y con aquel sentirnos... por qué no decirlo, más maduros... cualquiera que sea el significado de esa palabreja.

Maduro. (Definición) Que ha llegado a su completo desarrollo.
Ejemplo: Ese limón viejo y feo se ha caído del árbol, está maduro.

Y aquí los verán tocando en vivo en 2010.