En la mejor discoteca del istmo, dicen, que la vida es más sabrosa

Miré al cielo negro, sin estrellas, y pensé: ¿Qué hago aquí? Estaba sentado en un sofá de la supuesta mejor discoteca de Centroamérica, donde el precio de la entrada es de muchos dólares y los límites del derecho de admisión se van hacia el infinito y más allá. A mi derecha tenía a personas bailando, comiendo, tomando cocteles, pasándosela bien sin importar qué diablos sucedía a su alrededor. A mi derecha miraba la ciudad de Panamá a través de las paredes de vidrio del piso 62 del Hard Rock Hotel, donde hay una espectacular e inolvidable vista de 360 grados a edificios, al mar y a pequeñas luces callejeras. Por ratos descubrí que no me gusta bailar en las discotecas, bodas y demás ocasiones en mi país porque la música es horrible o ya me envejeció del aburrimiento. En Guatemala estamos bailando la misma música desde hace 5 años. Esa salsa, ese reguetón, ese interminable mix de Olga Tañón, ese maldito “Meneito” que me hace transpirar solo de ver la coreografía… eso no existía all...