lunes, 10 de noviembre de 2014

La chica del anuncio no está por aquí

En el letrero del carwash se ve la fotografía de una señorita de rasgos asiáticos, con diminuta, apretada y mojada ropa, y una esponja enjabonada en su mano. La espuma vuela por todos lados, hasta cerca su brasier. Sonríe con una dentadura blanca perfecta.
En realidad, quien lava los carros en ese carwash es un joven, menor de edad, con gorra puesta de manera torcida, camiseta, pantalón de lona, mitad del boxer de fuera y tenis altos.
Es como la canción “Nassau”, de Hombres G, que cuenta la historia de un español que se va a vivir a Nasáu, ese lugar paradisíaco de las Bahamas que vio en la publicidad, pero al final solo llega a esa hermosa ciudad a comer mierda. “La chica del anuncio no está por aquí” y "con lo bien que estaba yo en Madrid, con mi jugo de piña y mi casita gris" canta Summers en la rola.
Volviendo al carwash, en ocasiones de emergencia, al joven lo ayuda su jefa, una mujer de ceño fruncido, amable con los clientes, una fiera con el lavador.
Cualquier rincón del carro que no está limpio al final, es razón para tirar el regaño. Desde “no tenés cerebro”, hasta “te lo he dicho mil veces” son los sermones más repetidos.
Parece que hay un jefe mayor en el carwash, un estilo de CEO dirían por ahí, que es un señor de gorra celeste y camisa a rayas. Nunca lo he visto haciendo algo. Miento. Una vez se levantó de su silla para alcanzar el periódico.
Después de meses de ir a ese carwash, noté que el joven que lava no es el mismo cada día y que lo cambian de manera quincenal. Y quien llega al puesto siempre viste una gorra puesta de manera torcida, camiseta, pantalón de lona, boxer salido y tenis altos. Los regaños y las jefaturas no han cambiado.

1 comentario:

Gabriel Arana Fuentes dijo...

Jajajajaja, buena lectura de Lunes. Saludos.