Suena Polly

Una noche de 2012 llovía fuerte. Yo regresaba a casa en bus urbano y a través de mi walkman escuchaba el final del lado A del Nevermind (1991). Sonaba Polly mientras el agua corría por la ventana. No solo las calles citadinas se inundaban en esa ocasión, mi estabilidad se hundía en segundos. Mis problemas de adolescente me tenían vencido, ya saben, esos clavos de que padres no tienen ni puta idea, de que se va a reprobar una clase, de que alguien perdió un mi buen caset, de que la chica especial dijo que uno es feo. Polly era el soundtrack perfecto, esa canción opaca y torcida definía el momento. Y olía a desagüe, fragancia adecuada para decorar el momento. Ahora, 20 años más tarde, mientras regreso en carro a casa durante la noche, el shuffle del iPod me tira Polly , esa misma tétrica versión acústica. Los problemas en 2012 no son los mismos de hace dos décadas, aunque tengo la sensación de que el agua seguirá cayendo por mucho tiempo, y continuará su curso sin pedirme pe...