lunes, 26 de enero de 2015

“La Grande Bellezza” - ¿Para qué sigo aquí?



Nunca he sido de las personas que visualizan su futuro. Lo he hecho en pocas ocasiones y en algunas he pegado en el blanco. A veces, el miedo te acuchilla los ojos y te ata las manos y los pies.

Al ver la película italiana La Grande Bellezza, y conocer a Jep, el personaje protagonista, no tuve la necesidad de invocar a poderes extrasensoriales para saber que por ese camino puede desembocar mi existencia, si es que me va más o menos bien.

Jep es un periodista y escritor que vive en una Roma que bien podría ser Guatemala: una ciudad amarga, vacía y descompuesta, que es una sombra de lo que pudo haber sido. “No me interesa ser mundano, quiero ser el rey de lo mundano”, dice el personaje mientras reflexiona que no puede seguir malgastando su tiempo en hacer lo que no le gusta.

Al ver a sus amigos hacer “el trencito” mientras bailan, Jep dice: “me encantan nuestros trenes, porque al igual que Roma, no van a ninguna parte”.

Seguramente llegará el momento en que la pregunta en mi tren deje de ser “¿para qué he venido?”, porque se habrá transformado en “¿para qué sigo aquí?”. Para esa entonces, espero que el cinismo o el cansancio sean dos medicinas que pueda utilizar para aliviar el dolor. Mi deber es practicar.

Los amigos de Jep son pocos, pero queridos. Los une la decadencia y el convencimiento de que todo está perdido, así que es mejor tratar de pasarla bien y sonreir uno al otro mientras el mundo sigue hundiéndose en la porquería. En eso ya estoy practicando.

Quisiera envejecer con esos amigos que les interesan los sentimientos y con quienes nos maravillaremos de los detalles de las bellezas pequeñas, porque dentro de unos años, las grandes ya habrán desaparecido.

Solo nos quedarán las memorias y la nostalgia, dos bestias que patean duro en la soledad.

1 comentario:

Juan Pablo Dardón dijo...

Es mi película favorita. Vaya golpe que es. Vaya lección.