En la caja registradora
del supermercado, las cuatro señoras que llevaban una carreta llena de
botellas de margarita y tequila, se emocionaron al escuchar la música
que el DJ de sopas Malher tenía para amenizar la mañana.
Sonó Corro vuelo me acelero, de Timbiriche. “Ala, se acuerdan de cuando hicimos esa
coreografía”, gritó una. Comenzaron a bailarla con los pasos de Sasha, Paulina,
Alix y Mariana. Agitaban los brazos, movían la cabeza de un lado para otro, daban pataditas y se
señalaban con el dedo índice en la parte “todo para estar junto a tiii, junto a
tiii”. Siguieron el baile mientras la cajera les cobraba las botellas.
“Ala baby,
sí vos, qué buena nos salió, y ganamos el concurso”, recordó otra de ellas. “Y
los flecones que nos peinábamos, nos gastábamos medio spray para pelo”, dijo otra.
Las jóvenes
edecanes de Colgate se carcajearon. “Las viejas están pedas, jaja”, dijo una. Me desconcertó el comentario. “Qué saben de música y nostalgia estas patojitas”, pensé,
mientras pagaba mi cereal de granola y esperaba a que sonara una de
Hombres G.