¿Mi Salvador?
Un domingo por la mañana, día y horas en que yo acostumbraba a hacer nada, mis padres me obligaron a bañarme y vestirme formal desde temprano. Salimos sigilosamente de la casa, me pude dar cuenta que no querían que mi abuela, quien me crió, cuidó y sobreprotegió en mi niñez, se enterara de la escapada. Era 1982, yo tenía 6 años y no entendía lo que sucedía. Llegamos a un lugar que parecía albergaba a una gran fiesta. Muchos desconocidos saludaban y recibían muy efusivamente a mis padres, yo seguía sin idea. Nos llevaron a un patio grandísimo que estaba tapado por una carpa que yo solamente había visto en los circos. Había música, cantos, bailes. Al frente una pantalla gigante mostraba letras de las canciones, yo no sabía leer así que tuve que limitarme a ver a un montón de adultos cantar emocionados. En eso estaba cuando sentí que me tomaban el brazo y comenzaban a sacarme del improvisado salón. Me asusté y grité por ayuda, mi madre se acercó, me vio a los ojos y habló “es hora que te