viernes, 27 de febrero de 2009

A la bloguera conocida como Abril QDEP


Abril se ha ido del mundo bloguero, no del real. Pero como yo, sé que muchos extrañan los textos de cafecitos (agarradas), caricias (sexo) y gestos faciales (sacadas de madre) con que nos deleitaba ella. Hace unos días escribí un mi pensamiento y cuando lo leí, lo primero que pensé fue “como si lo hubiera copiado del blog de Abril, pero en la versión fresa, cursi y mediocre”. Así que se los comparto y se lo dedico a Abril, la bloguera de los cafecitos bien calientes.

Lo sé, quedamos en que nos hablaríamos hoy. Pero yo estoy consciente que si te llamo, te invitaré a salir, el lugar es lo de menos.

También sé al verte, hablarte y sentirte cerca, me darán ganas de comerte todita. Aseguro, terminaremos besándonos, acariciándonos, prometiéndonos amor al oído.

Apuesto, voy a sugerir que terminemos la cita en aquel lugar de paredes falsas e hindúes. Al principio no vas a querer, pero yo no desistiré en convencerte.

¿Y qué será después? ¿Nos seguiremos amando? ¿Continuaremos nuestra confusión? ¿Aceptaremos estar juntos de nuevo?

No. Lo he decidido, no marcaré tu número esta tarde. Eso sí, espero tu llamada, ojalá y no tardes mucho.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Solitarios amantes de libros y discos


En una serie de televisión que veía hace años, llamada Once and Again, hubo un capítulo que se llamó Book Lovers.

Este trató la idea que tuvo la dueña de una biblioteca, de implementar una sección llamada Book Lovers, donde amantes de la lectura, muchos solitarios, colocaban su libro favorito unido a una fotografía y datos personales. Esto con la intención de conectar. “Oh, le gusta Benedetti, lo llamaré o le escribiré un mail, a ver si nos conocemos”, por ejemplo.

A este rinconcito llegaban personas quienes solas o no, tenían la intención de conocer a alguien afín a sus gustos, y poder platicar con esta persona. No era tanto para enamorarse, sino solo para conocer, charlar, compartir. Claro, otros sí querían salir de su soledad romántica.

Para mí es una idea genial. Pero confieso, no soy un amante de libros. Yo colocaría Rockstalgia, Los Años Sucios, Velador de noche o la Biografía de Pearl Jam. Son los que más me han gustado.

Ahora, si habláramos de discos, ahí sí es guacamol para mi tostada. Yo pondría mi foto y datos personales con la portada de Vitalogy, disco de Pearl Jam de 1994, o Los Rayos, de Vicentico del año 2006. Dos discos que me encantan y con los que me gustaría presentarme.

Y me fascinaría pasearme de vez en cuando por este sector, ver portadas, ver fotografías, leer nombres. Quien quita y de ahí saldría una experiencia inolvidable.

Y tú, ¿con qué portada acompañarías tu foto y tus datos?

lunes, 23 de febrero de 2009

Conversación(es) con otras mujeres


“Is good to be happy, but it’s so fucking hard”.

Esta es la conclusión de la película Conversación(es) con otras mujeres, de esas historias amorosas y oscuras que tanto me gustan. Me atrevo a compartirles esta conclusión porque lo importante de este filme es el viaje, no el destino. Como muchas historias de nuestras vidas, y que no nos damos cuenta hasta que terminamos el trayecto. “Qué mal, me la hubiera disfrutado más”, nos arrepentimos constantemente.

Pero bueno, en este filme actúan la magnífica Helena Bonham Carter y el actorazo Aaron Eckhart. Aunque es del 2005, yo ni sabía de su existencia hasta hace unas semanas.

El rollo es este. Hay una boda en Estados Unidos, pero los protagonistas del filme no son los novios. En la fiesta, una dama con cara de aburrida y desesperada, quien fuma sin parar, se muestra incómoda en el salón. Ella es gringa pero ha vivido en Inglaterra por varios años ya. La dama es detectada por un invitado. Él no llegó acompañado a la fiesta, pero al parecer tiene pareja. Cabe mencionar, ambos rascan los 40 años de edad.

Ellos se encuentran, platican, se coquetean, hablan de situaciones pasadas como si fueran recuerdos comunes en ambos, como si las vivieron en otra vida. Hay tensión y se perciben compromisos que pueden romperse. Ahí es donde arranca el viaje.

En esta película se utiliza la técnica de pantalla divida en dos, una tomándo solamente a él y la otra a ella, y proyectándose ambas al mismo tiempo. De vez en cuando se dejan ver flashbacks de ellos cuando eran jóvenes. Y en pocas ocasiones ambas perspectivas concuerdan, dando a entender lo difícil de poder comunicarse y entenderse cuando existe una historia dura que recordar y repasarse a la fuerza.

Y la guinda, es la música a cargo de Carla Bruni con tres canciones, que parecen la misma, pero son tres diferentes, eso creo.

Que se la disfruten.

Escena del primer encuentro.

viernes, 20 de febrero de 2009

Celebrando el origen del grunge


En enero de 1992, Susana llegó al primer día de clases con el pelo un poco despeinado, playera negra con una cara feliz en medio y camisa de franela, mini falda de lona, medias negras y botas. No tenía maquillaje y las uñas se las pintó de negro. Extraño caso, dado que ella era de las chavas fresa y llenas de babosadas de la clase.

La respuesta: Acababa de regresar de sus largas vacaciones en Estados Unidos, donde succionó toda la moda juvenil de allá, en esa entonces, el grunge. Para nosotros algo nuevo, ya que sin MTV, solo tomábamos el rebote de la moda en música por Canal 25, en UHF.

Se me acercó (ella ni me hablaba antes) y me dijo “ya que nosotros somos roqueros, escuche este caset”. Yo pensé “aguas nosotros”, y tomé la cinta. La portada era un grupo de manos unidas y el nombre de la banda, Pearl Jam. No sabía si iba a caber en mi agenda diaria de música, que era Metallica, Use Your Illusion 1 y 2, Adrenalize y Nevermind.

Pocos días más tarde, Mauricio, mi amigo y compañero de crimen, me llamó. “Vos serote, ya escuchaste el caset de la Susan, a mí me lo grabó la pizada y está de a huevo esa mierda, escuchalo imbécil”. Así hablaba él, ¿qué puedo hacer?

Le di la oportunidad una semana antes del día del cariño. Comenzó Once, vaya, qué rolona y qué líricas. Siguió Evenflow y Alive, ya las había escuchado y me impresionaron. Pasé a Why Go, putamadre. Y llegué a Black. Ahí me estacioné por horas. La escuchaba, trataba de entender las palabras, porque el librito no las traía. Pensé “¿cómo puede existir tanta poesía en una sola canción?”.

Lo que siguió fue el climax, con Jeremy, Oceans, Porch… hasta llegar a Release. El amor a primera escuchada se había logrado. Me convertí en fan a morir de Pearl Jam, grupo que me ha acompañado con su música hasta el día de hoy.

Este año, en marzo, lanzarán al mercado una edición especial de este disco que se llama TEN, como inicio de actividades conmemorando los 20 años de la banda, los cuales se celebrará en grande en el 2011. Esta edición tendrá remixes, lados b y fotografías de la época. Seguro la compañía discográfica pensó, “estos ex grungeros ya deben estar trabajando, así que ya tienen dinero y pueden comprar este paquetón melancólico”.

Pero quitando el anuncio, lo más importante, fue ese día de febrero, gris por cierto, que luego de terminar de escuchar el disco entero, me puse de pie, levanté mi mano derecha a la altura de mi frente, y dije “YO TAMBIÉN, EXIJO MI CAMISA DE FRANELA”.

Acá pueden ver Black, en vivo, en esa época.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Pendejo FBI a domicilio


Eran las 6:30 de la mañana. Tomaba fotografías en Woodward Street del vapor que salía de las alcantarillas en la calle. Tal imagen de todas las calles del Downtown de Detroit, solamente la había visto en películas y televisión. Yo estaba maravillado.

Un carro con vidrios poralizados se detuvo. Pensé que me iban a robar la cámara. Bajó su ventana y era un señor rubio de traje negro. “¿Qué hace?”, me preguntó. “Tomo fotos”, le contesté. “¿De qué, puedo preguntarle?”, me dijo. “Del vapor y de la calle”, respondí.

“Soy del FBI”, me dijo mostrándome su identificación. “Pues muy FBI, pero puede meterse ese su cartón en el culo y deje de chingarme”, le dije.

Mentira. Solo lo pensé. En realidad lo que le dije fue que yo era periodista y que iba camino a una cobertura, y que ya iba a terminar de tomar fotografías.

El agente se quedó esperando a que terminara mi sesión para entrar a un parqueo. Vigilándome. Yo terminé y me fui. De verdad, cuando las autoridades son tan pendejas, uno no sabe para dónde agarrar. Como canta Molotov, "pinche gringo puñetero". Si se creen dueños del mundo, cómo se sentirán de su país.

lunes, 16 de febrero de 2009

¿Querés MOTA?


“How do you say JOINT in german?”, me preguntó a gritos el cocinero del comedor. Me reí y le recordé que yo no era de alemania, que era de Guatemala, Centroamérica, abajito de México, donde hablamos español. De todas maneras, la pregunta intrigó a todos los que desayunaban ahí.

“Oh, right, so, how do you say it in spanish?”, me volvió a preguntar. Pensé que debía decirle una palabra llamativa, tropical y con presencia. Le dije “You say MOTA”.

“MOTA?”, dijo él. “MOTA”, repitió la mesera. “MOTA!”, exclamó el don sentado a mi lado. “Yes, MOTA”, repetí.

“Wow, cool word man!, MOTA”, dijo el cocinero, repitiendo la palabra en voz baja una y otra vez. La mesera se me acercó y aseguró en inglés “de seguro hoy liga, a él le encanta aprender palabras así y decírcelas a sus citas, y le funciona de maravilla”. Okay, buen tip, lo anoté, lo intentaré.

Al irme, el cocinero todavía alcanzó a gritarme "hey! you want one?". "Hoy no, tal vez mañana", le contesté, ignorando que en 10 minutos iba a subir a un taxi que me llevaría al aeropuerto y me despediría de Detroit. Por lo menos, la MOTA quedó bien plantada en la nieve.

viernes, 13 de febrero de 2009

Hard Rock Cafe - paz, amor y grasa.


Por fín, unas cuantas horas libres en Detroit. Caminando y tomando fotos por doquier cual turista japonés, me topé con el Hard Rock Cafe. Mi entrada fue acompañada con la canción Blitzkreig Bop, de The Ramones. Buen comienzo.

El lugar es pequeño, pero las paredes estan tapizadas de chunches roqueros. Lo que más me gustó fue un bajo firmado por el bajista de Metallica, Robert Trujillo, una armadura de Gene Simmons, unos pantalones de cuero de Slash (vaya que la cocaína lo mantenía delgado) y las chumpas de cuero negras de Kiss, de Alice Cooper y de Michael Jackson. Este último de la Era Moonwalker.

Me sentí un geek del rock.
Después de revisar todos los artículos, me senté, por supuesto, al lado del muro de Pearl Jam, el cual muestra un disco multiplatino por las ventas de TEN, una portada de la versión acetato de Vitalogy, unas fotografías de sus inicios y una guitarra quebrada por Stone Gossard. Lo máximo.

Pedí una OZ Burger, en honor a Ozzy, y una Budweiser. El soundtrack de mi estadía fueron las rolas The Other Side de los Red Hot Chili Peppers, One de U2, Fly Away from Here de Aerosmith, Smokin’ in the Boys Room de Motley Crue, y unas de Kings of Leon, Peter Frampton y Godsmack (qué fresas se pusieron estos últimos).

Lo malo fue cuando terminé de comer, ya no tenía nada más que hacer. Traté de tener plática con otras mesas, pero fue imposible. Cada quién iba con su mara a hecharse la casaca, tranquilos. Ahí, por primera vez en el viaje, me hizo falta un alero.

Al salir, me dio mucha gracia el slogan del restaurante: “Hard Rock Cafe, where you find Peace, Love and Grease”. La paz y la grasa, no lo dudo. El amor… tal vez a los clientes frecuentes.

miércoles, 11 de febrero de 2009

La música nos sana de las tristezas



Fue mi primera noche en Detroit. Necesitaba un trago, lo que fuera. Recordé haber leído que en el sótano del hotel había un bar donde músicos hacían sesiones improvisadas. Sunday Jammin’ Sessions se llamaba. Bajé. En la puerta del lugar, me dio la bienvenida un maniquí parecido a una integrante de tribu africana. Las paredes estaban llenas de pinturas del mismo estilo.

El bar en penumbra. Apenas unos focos rojos lograban iluminar ciertos puntos. Me senté en la barra e intenté pedir un trago algo raro que estaba en la pizarra. No me entendió el bartender y me dio un Long Island. Órale, lo que sea.

Llegó un señor ya grande, afroamericano, con su guitarra. Parecía que todos lo estaban esperando. Conectó su hacha y comenzó a tocar al estilo Hendrix. Un joven se unió con un beat de funk en la batería. Algunos comenzaron a bailar, otros a movernos en nuestro lugar. Luego se incorporó un guitarrista de piel blanca, vestido a lo grunge noventero y tocó como segunda guitarra.

Muchos tomaban el micrófono y cantaban cualquier canción, que con ese ritmo sonaban todas impactantes. Me gustó más Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band en funk y unas letras del bartender que decían algo como “Sunshine, why you left me today”, al estilo blues. Fantástico.

Llevaron pizza y regalaron a cada uno un pedazo, otro invitó a un tequila a todos a las 11 horas y el bartender a media noche. Todos platicamos con todos, disfrutamos de esa terapia tan especial como es la música. Y por un momento me sentí hasta como poseído al estar moviendo la cabeza, los brazos, las piernas, al ritmo del jammin'. Por esa noche, todos ahí nos sanamos de las tristezas y preocupaciones.

lunes, 9 de febrero de 2009

Taxistas de Detroit: you fucking rule, dogs!


Los taxistas afro americanos quienes me trasladaron durante mi estadía en Detroit, podrían tener su propio programa de televisión o de radio. Desde el ritmo con que hablan, hasta la sinceridad y ocurrencias que decían son muy divertidas y entretenidas. Pareciera que no tienen filtro en la boca que estudie lo que dirán. A continuación les comparto algunas frases de ellos, que se quedaron dando vueltas en mi cabeza. (Y les dejo su intento de traducción, porque hacer una traducción literal es casi imposible).

“Black women are angry, angry as hell. Oh God. My girl just won’t shut up when she is angry. She yells, she screams so bad. She calls me “dog” when she is like that, but a think, I’m not the one who is barking, honey”.

(Intento de traducción): Las mujeres negras son enojadas, enojadas como el demonio. Oh Dios. Mi chica no se calla cuando está enojada. Ella grita y grita horrible. Ella me llama “perro” cuando está así, pero yo pienso, yo no soy el que está ladrando, preciosa.

“Guatemala exports drugs?, Oh, it’s Colombia. Ok. But here, in the United States, we love drugs man, we just love them. Jaja. I even got one here, behind de rearviewmirror, hidden, you see. During my lunch break, I eat fast, get my woman, we smoke, make love, and I return to work pretty happy. Ooooo. I can give you this joint if you want to”.

(Intento de traducción): ¿Guatemala exporta drogas? Oh, es Colombia. Okay. Pero acá, en los Estados Unidos, amamos las drogas, hombre, las amamos de verdad. Jaja. Hasta tengo uno acá, atrás del retrovisor, escondido, mira. Durante mi hora de almuerzo, como rápido, voy por mi mujer, fumamos, hacemos el amor y regreso a trabajar bastante feliz. Uuuuu. Te puedo regalar este porrito si querés.

“Obama is not black, he is half white, half black. He is an elitist. Things won’t change that much with him. The only good thing is that my children can go to school, for once motivated, that if they study and make their efford, they can be the President of the United States of America. They can succeed. I didn’t have that”.

(Intento de traducción): Obama no es negro, él es mitad blanco y mitad negro. Es un elitista. Las cosas no cambiarán mucho con él. Lo único bueno es que mis hijos pueden ir al colegio, por primera vez motivados, que si estudian y se esfuerzan, pueden llegar a ser Presidentes de los Estados Unidos de América. Pueden tener éxito. Yo no tuve eso.

“Have you licked the pinky toe of your woman? Just once? Well, what are you waiting for? You want her to fall in love with you, right?”

(Intento de traducción): ¿Le has lamido el dedito del pie a tu mujer? ¿Solo una vez? ¿Bueno, qué esperas? Quieres que se enamore de tí, ¿verdad?

“You’re going out, man? What? For fuck sake, it’s freezing out there, minus 30 degrees. Damn, and they say niggers are crazy”.

(Intento de traducción): ¿Vas a salir hombre? ¿Qué? Putamadre, es un congelador allá afuera, está a 30 grados bajo cero. Maldición, y dicen que los negros estamos locos.

Wow, see that girl, that big ass girl, damn, I dated her. Oh God, she looks fine. Ok, she is maybe 28, 29 years old by now. Yeah, because I went to the penitentiary in 98, 99… something like that. Wow, I may call her man, she’s gorgeous. In your country, do you honk at big ass woman too?

(Intento de traducción): Vaya, mira esa chica, esa culona, maldición, yo fui su novio. Oh Dios, se ve tan bien. Okay, talvez ya tiene 28, 29 años de edad ahora. Si, porque yo estuve en la penitenciaría en 98, 99… Vaya, tal vez la llame, es preciosa. En tu país, ¿también le bocinan a las culonas?

viernes, 6 de febrero de 2009

Preciosa pelirroja amargada


Me dirigí a Luci and Ethels. Sería mi primer desayuno de verdad en más de un mes. Me senté y me atendió una mesera que no conocía, una chava tan blanca como un fantasma, con el pelo rojizo igual que su pintura labial, ojos celestes y maquillados de negro, y con lentes. Me conquistó de entrada.

Estaban un señor afro americano, llamado Jerry, y un chavo que era como el mil usos de un hotel, tomando café y haciendo bromas sobre las noticias del periódico y el Auto Show de Detroit, celebrado a solamente unas cuadras del lugar. Por cierto, muy buenos chistes. “Así que con esto de los carros eléctricos, podré llamar a mi jefe y decirle que no llegaré a trabajar porque olvidé cargar mi carro, así como lo hago con mi celular”, dijo Jerry. Todos reímos, menos ella. “Vamos, si estos chistes los hacemos siempre para hacerte sonreir”, le dijeron a la mesera.

“No se esfuercen mucho”, contestó ella, seria, con una voz grave, ronca, atractiva.

Me dediqué a desayunar mis huevos revueltos con pan tostado, reirme de las ocurrencias y ver a la mesera cuasi gótica de reojo. Ya casi terminaba mi comida cuando me preguntó Jerry “¿y tú qué haces aquí en Detroit, eres residente nuevo?”. Le respondí que estaba cubriendo un evento, que era de Guatemala y platicamos un poco. Entre la conversación, relaté cómo unos días atrás, al instante de salir del aeropuerto de Detroit, no me contuve y agarré un puño de nieve con mi mano, y minutos después la tenía congelada y me dolía mucho.

Ella sonrió, me volteó a ver y dijo “pobre cosa, qué adorable”. Está bien, pensé la estupidez puede ser adorable en ocasiones, utilicémoslo a mi favor por esta ocasión. Así comencé a hablar sobre mis experiencias con la nieve y el frío. Ella se interesó.

Se acercó a mí y comenzamos a platicar. Yo le contaba sobre mi vida y ella la suya. Tan diferentes una de la otra. Ella tenía tres trabajos diferentes, vivía sola porque había peleado con su madre, quería volver a la universidad a mediados de año pero no sabía qué estudiar, su voz ronca era seguramente por fumar tanto y su pelo rojo se lo acababa de pintar para año nuevo. Por eso brillaba maravillosamente. No tenía Facebook, carecía de blog u otra red social interactiva. “Suficiente con mis problemas reales para buscarme virtuales”, comentó. Cada vez que hablaba y se inclinaba a mí, yo aprovechaba a verle sus ojos, estudiar sus pestañas, sus cejas, los labios. Celebraba su piel tan pálida como la nieve que cubría las aceras esa mañana.

Pero de golpe, ella se alejó, tomó mi recibo y me dio la cuenta. Yo ni la había pedido. Pues, pagué y me despedí de todos. Le dije adiós, ella sin voltearme a ver me deseó una buena estadía. De acuerdo, decidí no esforzarme mucho. Antes de salir, Jerry me vio y dijo “buen trabajo muchacho, sacaste una sonrisa de la amargura”. Acepté ese premio de consolación.

Seguí llegando al lugar, pero no la encontré. Eso sí, sin preguntarlo, alguien me dijo su nombre. Miranda, así se llama esa preciosa pelirroja amargada, a quien esa mañana de propina le dejé 1 dólar, 2 suspiros y más de 3 pensamientos bien sucios.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Hamburguesas, café y muchas historias


Con que así es un diner gringo entonces. Detroit me lo presenta. Mesas con manteles de cuadros y en la barra comiendo o tomando café personas solitarias. Adornos viejos, unos clásicos y otros antiguos pero porque no los han quitado desde navidad, navidad de hace años, como un arbolito, frostis y unas luces. Entre los adornos está un poster de Elvis Presley, y un afiche anunciando un concierto de Buddy Holly, Chuck Berry y The Platters, en el Palace Center de Nueva York, junio 7 de 1958. La entrada $3.

La radio, con mucho volumen tiene el programa Sunday Night with Alice Cooper, así es, el mismísimo demonio del rock teatral con un su show radial. Puso buena música, Elvis, Floyd, Santana, Stones, Queen, Hootie y Young. “Por qué me gusta tanto Neil Young, si su voz es horrible”, comenta y canta Cinnamon Girl imitándolo y burlándose.

Suena el teléfono. Contesta la mesera, una canchita, gordita, con un gran tatuaje en en la muñeca y con cara de amable. “Si es mi mujer, yo no estoy acá”, advierte un afro americano ya bastante viejo sentado en la esquina. “Es para usted, pero no es su esposa”, le dice la mesera.

Él contesta la llamada. “¿Qué quieres que haga?, está bien dale café, no servirá pero si quieres, hazlo”, grita y cuelga. Se voltea y dirige a mí. “¿Por qué creen que dándole café a un borracho van a arreglar algo? Lo único que se logra es crear a un ebrio muy despierto”. Le respondo que tiene un punto valioso.

El reloj de I Love Lucy da las 8 de la noche y ya hace hambre. Me siento en la barra y pido el especial del día, el cual es un Reuben Sandwich, no estoy seguro de qué se trate, pero estoy abierto al aprendizaje. También ordené, en honor a la película, un pedazo de blueberry pie, sí, de ese mismo que se chorrean Jude Law y Norah Jones.

Alice Cooper lee unas cartas de sus oyentes. La última llama la atención. “Tu programa es genial, pero deberías poner más Zeppelin”, dice la carta. “Qué demonios, es la tercera persona que me escribe eso en la semana. ¿Qué, los cds de grandes éxitos de Led Zeppelin se agotaron?”, responde irónicamente.

La plática adentro del lugar continuó con el afro americano, la mesera, otros clientes y el cocinero. Mi inglés fue muy tropezado, pero entendible. Hablamos del frío, del trabajo y de parejas. Qué buena vibra y la comida estuvo deliciosa. Durante mi corta estadía en Detroit bajé a cenar y desayunar en varias ocasiones a este lugar, llamado Luci and Ethels Diner and More. Y pensar que esa primera vez entré solamente para preguntar dónde quedaba el Hard Rock Cafe.

lunes, 2 de febrero de 2009

Monólogo-shute: Peladero´s International


"Me alegro que Pedro me haya prestado este libro de Conversaciones con Al Pacino, me ayudará a sobrevivir estas horas de espera para abordar el avión.

Este corredor es como pasarela de modas, chismes y tonteras. Ve, toda esta gente viajará desde Guatemala hoy.

Este chavo le gustaría a mi ex novia, mi quitaría un huevo si no.

Esta patoja todavía tiene las mejillas húmedas de la despedida de allá arriba. ¿Qué se sentirá eso, que la persona amada se vaya otro país? No debe ser agradable, para nada.

Ya comienza el olor a pollo campero, ni modo, si vamos a Miami.

Que los dioses bendigan a quien puso de moda a las mujeres con botas… se ven tan mamis.

Esta pareja de señores, no se ven tan viejitos, no se sienten tan cansados, ahí van viajando, ahí van queriéndose. Así quisiera ser con mi pareja, ya viejos y amándonos.

Adiós vaquero. Julagrán, HOLA VAQUERA, qué nalgotas.

Qué casualidad. Estas cuatro chavas están caval para un conecte con mi grupo de apoyo. La altona con cara de actriz porno sería para A, la canchita con mirada de “soy inocente, pero curiosa” para P, la pelirroja con los tatuajes para G, y la chinita con cara de desubicada para mí. Me lo agradecerían de por vida.

Los pilotos y aeromozas que vienen ahí, a saber ni qué loqueras armarán en sus destinos.

Qué rico huele ese café. Ojalá haya un starbucks cerca de mi destino.

Ala puta, nunca tuve una novia negrita en mi vida, ni amiga negrita. Así como la que viene acá, tan lindas que son. Bueno, no me he muerto.

La guitarra es más grande que este pobre chavo, jaja. Y yo nunca le pude sacar ni una nota a ese instrumento pizado.

Ya hay que abordar. Ni modo, comenzaré a leer el libro en el avión".